Amanece en
Madrid un día claro y soleado y
tres figuras vestidas de negro
salen de un garito tras una
noche de música y copas. Los dos
primeros se llaman Jerry
González y Andrés Calamaro, el
tercero (Enrique Morente)
exclama ante la luz diurna:
-¡Ojú! Y yo sin sombrero
Enrique Morente nunca ha hecho
rock, ni falta que le hace. Lo
suyo es el flamenco, su arte y
su lenguaje. La diferencia entre
Enrique y el resto de los
cantaores es que Enrique le
perdió el miedo a escuchar cosas
nuevas (o viejas) procedentes de
otras músicas.
En los años ochenta, Enrique es
el telonero de un grupo de
estética “after” en un estadio
al aire libre (probablemente
Depeche Mode) el cantaor
pregunta desde su camerino:
¿cómo está la cosa? Alguien
escudriña las primeras filas,
las ve atestadas de ropajes
negros y regresa con la
información:
-Eso está lleno de punkis
Enrique inicia su concierto a
palo seco, por tonás
-aiaiaiiii.
Hace un silencio y el
multitudinario público entona
con voz temblorosa el misterioso
coro:
-aaaiaaaaiai
Morente, como Duke Ellington,
solo distingue dos tipos de
música, la buena y la mala.
Madrid, 1985. Teatro Pavón,
festival de jazz. El batería de
jazz y flamenco José Antonio
Galicia presenta un heterodoxo
“Homenaje a Carmen Amaya”
Morente canta por san Juan de la
Cruz con el coro gregoriano de
la catedral de León. Una parte
de los críticos de jazz se
refugia en el bar, los flamencos
no acostumbraban a visitar otros
estilos, otros bares, que los
que les son afines.
A Morente le suben las chupas de
cuero, los públicos desafiantes,
eso se puso en evidencia a
principios de los años noventa
en el que los Lunes flamencos de
la sala Revolver competían con
los fines de semana de la sala
Caracol. Enrique empieza la
semana en el Revolver ante una
mezcla de rockeros, flamencos y
guiris que asisten de pié a los
prodigios de la jondura, acaba
la semana en la Caracol que en
ese momento concentra a la
generación bautizada como nuevo
flamenco (que acoge a
celebridades como Almodóvar y
compañía) pero -¡ai!- el lugar
más excitante de la Caracol son
los baños de mujeres, donde las
chicas se retocan el maquillaje
y entonan cantes por bulerías no
aptos para varones. Poco tiempo
después Morente vuelve al
Revolver para una fiesta de
aniversario, el cantaor sale a
escena después de Siniestro
Total. El ambiente y los
rockeros huelen a acontecimiento
de garito garajero y huele a
cerveza. Enrique sale entre
sombras al escenario y hace un
concierto sin fusiones. Los
hijos bastardos del rock
levitan. Desde que el punk vino
a darle una bofetada al rock con
pretensiones, a lo que hace
Enrique se le llama actitud y no
hay manera de aprenderlo en las
academias. Ahh... la actitud,
también se ha descrito como
“provocación”; parece que eso
pasó la primera vez que se
presentó con Lagartija Nick
(1995 o 1996). Fue en el teatro
Albéniz, un festival flamenco,
un concierto de esos en que los
“puros” no se distraen con
instrumentos ajenos al cante.
Enrique acaba su concierto entre
aclamaciones, el respetable pide
un bis. El telón se abre y
aparece Lagartija Nick haciendo
ruido (“noise” para los que
gusta precisar las etiquetas)
Interpretan “Omega” el primer
tema del disco del mismo nombre
basado en un réquiem. Ha pasado
más de una década y aun resuenan
los insultos ante la patada que
Enrique le ha dado a las buenas
maneras.
“Omega”, el disco, se completa
con dos polos distintos, por un
lado las canciones de Leonard
Cohen y por el otro el Lorca
vanguardista de “Poeta en Nueva
York”. Este año se reedita
remasterizado con el añadido de
“Oriente y occidente” una
colaboración junto a Sonic Youth.
El “Omega” del 2008 es recibido
como un clásico por la
muchachada festivalera, además
Enrique entrega “Pablo de
Málaga” un álbum en el que abre
la puerta a la electrónica y el
rap. Y ya se sabe lo que ocurre
cuando se abre una puerta,
algunos
se constipan y la mayoría
respiramos.
Ahora Morente vuelve al Johnny
(donde ha recalado más de diez
veces en los últimos años) se
celebra el aniversario de su
concierto de 1968 que le cambió
la vida a un puñao de gente
notable. ¡Tremenda combinación!
¡Morente y el Johnny! Templos de
la sabiduría, la duda metafísica
y el riesgo. Mi universidad en
la vida, lo que me nutre y me
arrebata.
José
Manuel Gómez
Crítico de la revista Tiempo y
El Mundo. Excolegial
<<
volver a la agenda |