EL MUNDO. MADRID.
Viernes, 17 Octubre 2008
El San Juan cumple 40
Enrique Morente celebra
hoy el aniversario del
emblemático lugar en el
que Camarón dio su
último concierto
COTE VILLAR
El último concierto
que dio en vida Camarón
de la Isla fue el 25 de
enero de 1992, en el
modesto escenario de un
colegio mayor madrileño,
situado en la zona de
Metropolitano. Le
acompañaba -como tantas
veces- Tomatito a la
guitarra. Era ya una
leyenda y cobró tres
millones de pesetas por
pisar un escenario al
que fueron y serán
habituales otros grandes
como José Mercé, José
Menese o Carmen Linares.
Hoy se conmemoran los 40
años del comienzo del
flamenco en el San Juan
con un concierto de
Enrique Morente y Pepe
Habichuela.
No es extraño que
Morente sea el
responsable de cumplir
con la celebración. El
fue el primero que llevó
el flamenco al colegio,
allá por el curso
1968/1969. Participó en
una tertulia en la que
Gloria Fuertes leía
poemas y él cantaba. Un
año después, tres
estudiantes: Andrés
Raya, Francisco
Gutiérrez Carbajo y José
Luis Ortiz Nuevo se
fueron al tablao Zambra
para contratarle. El
siguiente recital, en
diciembre del 73,
coincidió con el
atentado a Carrero
Blanco. A Morente sólo
le dio tiempo de hacer
un fandango que le
costaría al colegio
100.000 pesetas de
multa: Pa' ese coche
funeral / no quiero
quitarme el sombrero /
pa' ese coche funeral /
que la persona que va
dentro / me ha hecho a
mí de pasar / los más
terribles momentos.
Gutiérrez Carbajo, hoy
Decano de Filología de
la UNED, evoca los
inicios: «Las culpables
de todo fueron unas
reuniones flamencas que
organizaba Andrés Raya.
Después de aquello, los
artistas tenían una
disposición fantástica,
mientras cobraban en
Torres Bermejas grandes
cantidades, venían al
colegio prácticamente
por la taquilla».
Así, por el escenario
del San Juan han pasado
desde los más ortodoxos
a los renovadores.
Camarón actuó cuatro
veces, Paco de Lucía,
Rancapino, Vicente Soto
Sordera, Eduardo Serrano
El Güito, los
mencionados Carmen
Linares y José Mercé,
Vicente Amigo, Víctor
Monge Serranito,
Fernanda y Bernarda de
Utrera, Sara Baras,
Manolo Sanlúcar... la
lista es interminable.
Y las fotos de los
artistas se acumulan en
las paredes del despacho
de Alejandro Reyes,
actual responsable de
los ciclos musicales y
coleccionista de
anécdotas: «A Paco de
Lucía no se le pudo
poner sonido porque no
había patrocinadores.
Tuvo que tocar ante
1.000 personas sin
amplificadores, todos
callados, colocados
alrededor suyo en el
escenario», recuerda.
Al Colegio Mayor se le
conoce hoy como el
Johnny, porque después
del flamenco llegaron
sobre todo el jazz, y
después el teatro, el
cine, las
exposiciones... «y
siempre a la
vanguardia». «Fuimos los
primeros en sacar al
flamenco de los tablaos,
a donde sólo iban los
señoritos, y darle rango
de actividad cultural».
También eran otros
tiempos, «era la lucha
por la Democracia. Yo he
visto a todo el público
con el puño en alto
cuando José Menese
cantaba el Romance de
Juan García». Pelearon,
de hecho, mucho con la
censura.
El espíritu del San Juan
Evangelista sigue
intacto. Son los
estudiantes quienes
gestionan los ciclos,
venden las entradas,
hacen la publicidad y
colocan a los
espectadores. Ninguno
cobra, ni siquiera
Reyes.
«El encanto del San Juan
no radica en que sea
bonito o tenga mejor
acústica, es la magia
que ha ido dejando cada
artista que ha pasado
por sus tablas. Y de ésa
tiene mucha», concluye
Reyes.
REPORTAJE
EL Pais- Madrid- Sábado,
18 de Octubre 2008
Morente, un sentimental
en el 'Johnny'
El cantaor granadino
apadrina el 40
aniversario de los
conciertos en el colegio
mayor San Juan
Evangelista, donde actuó
el primer año
FERNANDO NEIRA - Madrid
- 18/10/2008
Atención, pregunta de
Trivial para los muy
flamencólogos: ¿Quién
fue el primer compañero
de cartel de Enrique
Morente en el San Juan
Evangelista? Si ha sido
capaz de responder (sin
hacer trampa) que fue la
escritora infantil
Gloria Fuertes, queda
usted solemnemente
proclamado autoridad en
la materia. Ocurrió en
diciembre del curso
1968/69, en la sala de
música del colegio, con
entrada libre. Ni la
poetisa ni el cantaor
cobraron un céntimo. Al
maestro granadino se le
dibujaba anoche el gesto
de pillo sabio mientras
lo recordaba. "Gloria
era una adelantada en la
lucha por los derechos
de la mujer, una persona
fuerte con el corazón
sensible. Me gustaría
pensar que en eso nos
parecíamos un poquito",
afirma.
"El duende es más
peligroso que una caja
de bombas", dice el
artista
Ha llovido, sí. Cuarenta
años, los mismos que El
Ronco del Albaicín lleva
en el cotarro, emperrado
en cantar cada día con
más sentimiento y
jondura. "A mí los
cumpleaños me ponen
sentimental", se
confesaba minutos antes
de pisar las tablas.
"Porque yo soy de esos
románticos lacrimosos.
Pero como buen
Capricornio, pienso que
en vez de 40 años han
sido sólo cuatro y me lo
tomo con humor...".
Buena culpa de este
milagro -cuatro décadas
melómanas en el corazón
universitario de Madrid-
recae en un colegial
almeriense del 66 al que
ayer se le acumulaba el
trabajo abrazando a los
viejos colegas.
Alejandro Reyes ya
estaba en la pomada
aquel primer curso en el
Johnny y desde 1977
ejerce como director del
Club de Música y Jazz
del colegio, todo ello
por un módico salario de
cero euros. El centro le
ha mantenido, eso sí, su
habitación de
estudiante, un cuarto
que hoy atesora docenas
de cintas de
incalculable valor
documental pero donde no
debió de hincar los
codos lo suficiente: la
asignatura Resistencia
de los Materiales le
impidió licenciarse como
ingeniero industrial.
"Vivíamos en condiciones
muy precarias, con
estufas de butano, una
por pasillo, que
calentaban más bien
poco", rememoraba ayer
entre nostálgico y
divertido. Fue al primer
director del San Juan,
Jesús Cobeta, a quien se
le ocurrió dedicar el
salón de actos ("el
corral de comedias", le
decía) a conciertos y un
día ordenó alquilar 800
sillas de tijera. "¿Por
qué exactamente 800?",
le preguntó uno de los
primeros colegiales,
Andrés Raya, con el
tiempo catedrático de
Matemáticas en la
Universidad de Córdoba.
"Está claro", razonó
Cobeta: "Cuatrocientas
para los colegiales y
otras tantas para las
novias".
Fue el propio Raya quien
le metió a aquellos
estudiantes pipiolos
(entre ellos Alfonso
Vallejo, eminente
dramaturgo y poeta) el
gusanillo del flamenco y
el que les descubrió a
Morente en el tablao
Zambra. "Yo era el
gracioso de los cuatro
chistes y enseguida
hicimos la hermandad",
contaba el de Granada.
"Se suponía que ellos
estaban internos, pero
les iba la jarana y
pasaban más tiempo fuera
del cole que dentro".
Programar conciertos no
era por entonces tarea
sencilla, y menos en un
entorno universitario.
Reyes: "Antes de cada
concierto teníamos que
llevar las letras de las
canciones a que pasaran
censura, en el
Ministerio de
Información y Turismo.
Nos ponían pegas hasta
con Manuel Machado. Y
luego pedir el permiso
de la policía.
Entorpecían todo lo que
podían".
Anoche, más de 800
personas se entregaron
al inigualable hechizo
de Morente y Pepe
Habichuela. Duende, lo
llaman. "El duende es
esa cosa más peligrosa
que una caja de bombas.
Aparece cuando le da la
gana y cuando más lo
necesitas no está, así
le mandes un SMS o le
envíes señales ansiosas.
Pero existe". Palabra de
maestro. Y que vengan
otros 40 años más.
EL
País-Madrid-Domingo, 19
de Octubre 2008
CLARA SÁNCHEZ
Morente en el San Juan
CLARA SÁNCHEZ 19/10/2008
El viernes por la noche,
el teatro del Colegio
Mayor San Juan
Evangelista, conocido
familiarmente como el
Johnny, estaba hasta los
topes de gente y de
emoción. Se celebraba el
40º aniversario de las
bodas del Colegio con el
flamenco desde casi el
inicio de su fundación.
Allí ese arte que se
escuchaba en los
tablaos, ese arte para
iniciados, para la
noche, que secularmente
había servido para
divertir a los señoritos,
entraba en la
universidad de la mano
de unos estudiantes que
creían que la cultura
era vida, vida con
mayúsculas, y que había
que abrirle las puertas.
En medio de una
dictadura a la que las
palabras le daban
terror, la imaginación y
el atrevimiento de unos
cuantos enriquecieron la
sociedad sin grandes
discursos ni
solemnidades y, sobre
todo, sin esperar nada a
cambio. Perdonen que me
emocione un poco, pero
eso ya no se lleva.
Todos colaboraron:
cantaores, guitarristas,
bailaoras, flamencólogos
y aquellos chicos para
quienes ser
universitarios no
consistía sólo en ir
sacando sus carreras y
pensar en su futuro
particular, a decir
verdad no pensaban
demasiado en él. Es
justo reconocerles que
pusieran en
funcionamiento algo que
ha calado profundamente
en la cultura popular.
Ya no hace falta ser un
entendido ni sumergirse
en las sombras de la
noche para arrancarle
los secretos al cante
jondo, porque el
flamenco está en todas
partes. Y también el
flamenco se liberó,
empezó a sacudirse las
ataduras del purismo y a
fusionarse y a recorrer
otros territorios.
También el Colegio
amplió sus horizontes y
en 1970 arranca el Club
de Música y Jazz, cuya
presidencia ha
desempeñado con todo
merecimiento Alejandro
Reyes Domene.
Se celebraba el 40º
aniversario de las bodas
del Colegio con el
flamenco desde casi el
inicio de su fundación
Desde el escenario nos
hablaron aquellos
chicos, hoy con algunos
años más, de ese momento
único propiciado por
ellos. José Luis Ortiz
Nuevo, Paco Gutiérrez
Carbajo, Andrés Raya y
Antonio Villarejo,
fundadores además junto
con otros de la
espléndida editorial
Demófilo, dedicada al
flamenco. Nos contaron
cosas importantes con
una sencillez y falta de
petulancia, como si no
hubieran hecho nada, que
a mí, perdónenme otra
vez, me emocionó. Nos
quedamos con ganas de
saber más. Hay que decir
que formaban parte del
grupo de amigos antes
mencionados y eran
asiduos del San Juan:
José Manuel Caballero
Bonald, Félix Grande,
Fernando Quiñones,
Manuel Ríos Ruiz, el
flamencólogo José Blas
Vega y los críticos José
Monleón y Francisco
Almazán (tristemente
desaparecido). Habría
tanto que decir que este
espacio se me queda
corto.
Se mencionó al gran
Jesús Cobeta Aranda, el
primer director del San
Juan y quien hizo
construir este teatro
por el que pasaron desde
Paco de Lucía a Manolo
Sanlúcar, desde Menese a
Carmen Linares o Camarón
de la Isla (si no
recuerdo mal, aquí
celebró su último
concierto), desde Rafael
Romero a Fosforito. Para
actuar en el Colegio
rebajaban su caché al
mínimo. Y, por supuesto,
hijo predilecto del San
Juan ha sido y es
Enrique Morente, a quien
también el viernes se le
rindió homenaje. Se
podría decir que Enrique
Morente es la expresión
hecha carne y cante de
una época con ganas de
ser oído, de rebeldía y
de creatividad, de
compromiso auténtico.
Enrique es el artista
completo e inteligente,
de mente
extraordinariamente
abierta, que ha sabido
incorporar lo necesario
para crecer y crecer. No
se sabe hasta dónde
puede llegar de seguir
así. Seguramente es el
artista más grande y
respetado de este país
ahora mismo.
El teatro se venía abajo
el viernes. A la
guitarra un Pepe
Habichuela genial.
Morente no hizo
concesiones y cantó como
nunca, de una manera que
nos llegó al corazón con
la profundidad de las
soleares y de otros
cantes grandes. Pero
además (y lo digo porque
es la pura verdad)
Enrique Morente y su
trayectoria puede ser un
modelo para cualquier
artista del ramo que
sea. Su amigo Paco
Gutiérrez Carbajo me lo
descubrió hace muchos
años, me lo señaló, me
hizo fijarme en la
paciencia de Morente
para ir arrancándose su
mejor veta, como si la
ansiedad fuera cosa de
mediocres. Siempre ha
estado más preocupado
por dar calidad que por
recibir el aplauso.
Jamás ha perdido la
compostura. Lo hemos
visto siempre constante
y sereno, sin bajar la
guardia, ¿por qué va a
quedar algo sólo bien si
se puede llegar a la
excelencia? Hasta que
todo el mundo ha acabado
rendido a la evidencia.
Su calidad, y sólo su
calidad, lo ha elevado a
lo más alto. Pero no ha
sido cosa de un día. Han
sido muchos días y
muchas ganas, muchos
incondicionales, mucho
talento, curiosidad y un
sexto sentido para
explorar en el flamenco
y en el alma. Y además
de todo eso, Enrique
Morente es una bella
persona.
EL FLAMENCO EN LA
UNIVERSIDAD. DOS
GIGANTES DE LA CREACIÓN
Hace poco celebrábamos
los 40 años de la
fundación de este
Colegio Mayor madrileño,
que habría sus puertas
en su actual ubicación,
no sin muchas
dificultades y carencias
en noviembre del Curso
1966/67, y ahora en este
Curso 2008/09 por
considerar su especial
significación queremos
recordar los 40 años de
actividades musicales y
culturales que han
tenido lugar aquí,
empezando por el arte
flamenco. Cómo comenzó
es difícil acordarnos a
estas alturas, pero sí
los dos supuestos con
los que los jóvenes
universitarios de la
época, residentes en el
Colegio llevaron el arte
flamenco al San Juan
Evangelista, la primera
para la dignificación de
este arte, sacándolo de
los reducidos marcos en
que se movía en esos
tiempos (fiestas
privadas y tablaos) y
reivindicar su
importancia cultural
desde la propia
Universidad; y la
segunda aprovechando el
contenido de sus letras
(a pesar de la censura
obligatoria) y su carga
emocional para que
apoyara en la
concienciación, en la
lucha por la libertad y
la democracia.
Los investigadores
apuntan que la primera
actividad flamenca en
las universidades tuvo
lugar en la Universidad
de Sevilla en 1964,
organizada por la
Cátedra de Flamencología
de Jerez, a la que
siguió probablemente en
el San Juan Evangelista
de Madrid allá por el
Curso1968/69, pero en
este caso organizada por
los propios colegiales
como ha venido siendo
durante estos 40 años,
en donde estuvo Enrique
Morente cantando después
de un recital de la
poetisa Gloria Fuertes
en la Sala de Música con
entrada libre.
Paralelamente parece que
en esos años, comienzo
de los 70, la otra
Universidad andaluza
existente entonces, la
de Granada, en su
Facultad de Ciencias se
presentó al cantaor
Fosforito.
En la actualidad es
conocido que todas las
universidades andaluzas
y sus cursos de verano
organizan recitales,
ciclos, seminarios y
algunas de ellas tienen
ya Cátedras de Flamenco,
actividad que también es
representativa en otras
universidades de España
y hoy más que nunca el
arte flamenco tiene tal
importancia entre las
actividades de la
Universidad que cada
curso se presentan
varias tesis doctorales
sobre el flamenco y
también son numerosos
los libros sobre este
arte que propicia la
propia Universidad, e
incluso conceden los
títulos de Doctor
“Honoris Causa” a
personalidades del
flamenco actual, por lo
que el arte flamenco es
ahora una actividad
normal ya en la
Universidad.
Pero lo que diferencia
sustancialmente al San
Juan Evangelista de casi
todas las actividades
que se organizan en la
Universidad es que todas
las que ha realizado a
lo largo de estos 40
años y que se pueden
visitar en la página
“historia” de la web de
su Club de Música y
Jazz, aparte de su
continuidad sin lagunas,
cada curso han sido
organizadas
desinteresadamente y con
verdadera pasión por los
propios universitarios
residentes en el Colegio
para lo cual además han
tenido que buscar los
recursos económicos
necesarios para
celebrarlas, lo que sin
duda aumenta su mérito y
es fiel referente de la
cultura de base.
Ahora para esta
conmemoración
presentamos a dos
gigantes de la creación
flamenca, Enrique
Morente al cante y Pepe
Habichuela a la
guitarra. Ambos han
pasado por las tablas de
nuestro escenario en más
de una decena de
actuaciones a lo largo
de esta historia,
dejando en nuestra
memoria verdaderos
momentos de la más pura
emoción con su arte
jondo y creativo que
sigue impregnando de
magia y duende nuestro
modesto auditorio, y en
tres ocasiones actuaron
juntos en el Johnny, en
los años 1977, 1991 y
1993.
No podemos olvidar a los
artistas que nos han ido
dejando en este largo
recorrido y que tuvieron
actuaciones memorables
en el San Juan como: los
cantaores Manuel Soto
Sordera, Rafael Romero
“El Gallina”, Fernanda y
Bernarda de Utrera, José
Monge “Camarón de la
Isla”, Chaquetón,
Chocolate, Juanito
Valderrama, Indio
Gitano, La Paquera de
Jerez, Chato de la Isla,
El Chino de Málaga; los
guitarristas Félix de
Utrera y Pedro Bacán y
el pianista Arturo
Pavón, actuaciones que
yo he tenido la suerte
de escuchar en su
totalidad y de compartir
con todos ellos momentos
entrañables de simpatía
y amistad verdadera, al
igual que el crítico,
promotor y agitador
cultural Paco Almazán,
al que fue inspector de
la SGAE y excepcional
compositor de la copla,
el maestro Ricardo
Freire; el letrista y
cantaor Antonio Humanes
y el promotor Antonio
Fernández. Y a la hora
de terminar este texto
también se nos ha muerto
de pronto el importante
bailarín, coreógrafo y
director, el maestro de
la danza flamenca Mario
Maya, gran amigo al que
tuvimos también la
ocasión de verlo bailar
en el San Juan
Evangelista en el año
1976 en el estreno en
Madrid de su segunda
obra “Camelamos Naquerar”,
con lleno y éxito
absolutos.
Vaya también nuestro
agradecimiento a todas
las personas, entidades
y empresas que nos han
ayudado a llevar a cabo
40 años de arte flamenco
al Johnny en la
Universidad de Madrid y
los colegiales de cada
generación que con su
entusiasmo y generosidad
han participado de
ellas.
Alejandro Reyes
Socio-Fundador
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