CRÍTICA ·· José Ramón Rubio – El País
“Sólo los grandes"
 

Tete Montoliu ha vuelto a la cátedra del jazz madrileño, el San Juan Evangelista. El motivo esta vez era celebrar la inauguración del metro de la Ciudad Universitaria, una de cuyas bocas queda justo al lado del San Juan. El concierto tuco que ser preparado a toda velocidad, pero esto, mal que les pese a los organizadores, queda la mar de propio.

Da la impresión que a Tete Montoliu todo le resulta sencillo. Montar un concierto, aun con las prisas de éste, parece cosa fácil para él. Para cubrir las dos horas largas que duró la sesión de noche, a Tete no tuvo que ocurrírsele nada original. Le bastó sólo con acordarse de los dos compositores más grandes d ela historia del jazz, Duke Ellington y Thelonious Monk. Tete tocó seis obras de Monk y ocho de Ellington. Las de Monk las tocó separadas, mientras que las de Ellington las ofreció todas seguidas, durante casi una hora.

Para personalizar el descomunal torrente ellingtoniano, Tete dio un tratamiento poco usual a las canciones seleccionadas, y cargó de intriga las transiciones entre una y otra, de suerte que cuando arrancaba por fin con la siguiente sorprendía incluso a sus músicos, el bajo Horacio Fumero y el batería Peer Wyboris. Luego éstos se acomodaban enseguida a cada nueva ocurrencia, y Wyboris hasta tuvo ocasión de improvisar un orinadísimo acompañamiento en Caravan. En cuanto a Fumero, no sé si sería mérito suyo o de la amplificación, pero qué bien sonó ese dorittabajo.

Aunque lo mejor fue este repaso de Ellington, en la parte dedicada a Morik pudimos escuchar también buenas cosas. Por destacar algo, se puede mencionar una interesante versión de Reflections a piano solo, pero todo tuvo el interés que gozan los conciertos de Tete cuando éste está inspirado y de buen humor. Ocurre también que a Montoliu le resulta fácil triunfar en el San Juan, donde el público le ríe todas las gracias y hasta le acompaña bien con las palmas cuando hay oportunidad.

Como el concierto estaba organizado para celebrar la inauguración de la línea de metro, la guinda municipal la puso Rudy Armstrong, una leyenda del jazz madrileño, que ensombreció la fiesta diciendo que éste era su último concierto, pero ojala que esto sea otra broma.


JOSÉ RAMÓN RUBIO – El País – Cultura – 19/01/1987
Colegio San Juan Evangelista.
Madrid, 17 de enero

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