CRÍTICA ·· José Ignacio Sánchez – ABC
“Veinte velas para “la catedral” del jazz"

El jueves por la noche, el Colegio Mayor San Juan Evangelista se vistió de gala para celebrar el vigésimo aniversario de la fundación del Club de Música y Jazz San Juan Evangelista, cuyo papel en pro de la música en sus más diversos estilos, pero en los últimos años muy directamente comprometido con el “jazz”, ha desbordado ya el ámbito meramente universitario para constituirse en eje imprescindible de la actividad jazzística de la capital.

La noche había caído sobre Madrid hacía rato; el novedoso fresco otoñal era, como tantas otras noches de invierno, el dulce pero fementido compañero en el peregrinaje hacia la “catedral” del “jazz”. En el San Juan Evangelista brotaban modernos haces de luces que, partiendo el cielo, anunciaban con orgullo que ya habían pasado veinte años.

A lo largo de todo este tiempo, el Club de Música y Jazz del San Juan Evangelista ha albergado en su recoleto salón de actos a todos; desde los primeros cantautores comprometidos que arrastraban a la masa estudiantil, hasta las más grandes figuras del “jazz” que en los últimos años han pisado nuestro país, sin olvidar las diversas reuniones flamencas en las que participaron nombres como Paco de Lucía, Fosforito o Manolo Sanlúcar, o los primeros encuentros de música africana.

En un principio, también el teatro tuvo un lugar destacado en las actividades del “Johnny”, siempre guiado por un espíritu de vanguardia; y, de un modo desairado, no olvidemos que se trataba del final de los años sesenta, desoían con demasiada frecuencia las directrices establecidas desde el poder.

En definitiva, ha sido, y es, un foco promotor y animador en la cultura juvenil en Madrid que, en su ya larga andadura, ha ido aunando en torno a sí a un número cada vez mayor de aficionados, simpatizantes y colaboradores completamente desinteresados, desde los propios colegiales hasta las entidades que actualmente apoyan económicamente a la noble y entrañable empresa.

Todos ellos se dieron cita, no sin un cierto y justificado orgullo, para colocar veinte velas a su club, el San Juan, ya conocido como “la catedral”, en la que el sumo sacerdote tiene gafas y la cabeza absolutamente despejada, y se llama Alejandro Reyes, incansable alentador de todo el cotarro.

En la celebración, se entregaron placas de Socio Honorífico a diversas personalidades de la música, la Prensa y otros campos; entre ellos fueron destacados Gustavo Villapalos, director durante cuatro años del Colegio Mayor y que no pudo asistir al acto por encontrarse en México, y el internacional pianista Tete Montoliu, quien, tras el acto más o menos oficial, puso broche de oro a la velada con su actuación, siempre maestra y original.
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JOSÉ IGNACIO SÁNCHEZ – ABC – Cultura – 21/10/1989

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