LA
REVOLUCIÓN DESDE ABAJO
Si hubiera que elegir un
instrumento, un solo
sonido del jazz que
defina a esta música y
la distinga de otras,
habría pocos candidatos
tan idóneos como el
contrabajo. Su enormidad
física y su dominio
absoluto de las
profundidades del
espectro sonoro lo han
convertido en la figura
central y casi
indispensable para
entender toda la
historia del jazz, desde
sus orígenes hasta
nuestros días.
A finales del siglo XIX
el contrabajo de cuerda
y el de viento –la tuba–
convivían en las músicas
que dieron lugar al
jazz: aunque la tuba
dominaba en las brass
bands, el contrabajo
estaba ya presente en
todo tipo de orquestas.
En cualquier caso no fue
hasta la década de los
treinta cuando el
contrabajo impuso su
elasticidad rítmica y ya
entonces empezó a
compartir con la batería
las funciones motrices
de las bandas de jazz:
había que hacer swing
como fuera, e
instrumentistas como
Walter Page sentaron las
bases de una tradición,
la del "bajo ambulante",
que aún pervive sin dar
muestras de agotamiento.
No obstante, el
contrabajo ¬–y su primo,
el bajo eléctrico– es
hoy un instrumento que
ha salido de las
catacumbas sonoras y,
aun manteniendo su papel
rítmico, va más allá:
como demuestra este 27º
Festival del Johnny, el
bajo es un animal
musical diverso,
versátil y elástico, con
todos sus frentes
–melódico, armónico,
rítmico, tímbrico–
abiertos. Su evolución
es quizás el espejo en
el que mejor se ve la
propia evolución de todo
el jazz. Cabe, entonces,
preguntarse cómo hemos
llegado hasta aquí. Las
respuestas pueden ser
varias, pero todas
tienen en común un
nombre: Mingus.
Charles Mingus
(1922-1979) fue un
hombre singular desde su
nacimiento: aunque se
consideraba a sí mismo,
y se le considera,
afroamericano, sólo uno
de sus abuelos lo era.
El resto eran de origen
inglés, sueco y chino, y
además nació en Nogales
(Arizona) en plena
frontera con México.
Cual personaje de Sed de
Mal de Orson Welles, su
carácter es legendario
por lo visceral y
apasionado, fuente de
miles de anécdotas,
capaz de la mayor
violencia y la mayor
ternura, algo que se
refleja nítidamente en
su música. Con el
contrabajo destacó,
desde el principio de su
carrera, como un gran
virtuoso. Su dominio
técnico del instrumento
podría haberse quedado
en la mera pirotecnia,
en un fin en sí mismo;
no obstante, Mingus lo
utilizó como herramienta
para liberarlo del papel
de acompañante rítmico
al que había quedado
confinado en la era del
bop, situándolo donde le
vino en gana.
Además de ser uno de los
grandes bajistas del
siglo pasado, desde
joven Mingus se lanzó a
explorar nuevas vías de
expansión del jazz por
medio de la composición
a partir del modelo
ellingtoniano. Como
líder desechó la
notación convencional
por insuficiente y
personalizó su música
trabajando directamente
con sus intérpretes, que
debían interiorizarla.
Esta unión de la
composición con la
faceta improvisadora del
jazz por la que abogó
Mingus, en la que la
improvisación free y los
arreglos, el caos y el
orden, se entremezclan
formando un continuo
indivisible, constituye
hoy uno de los pilares
fundamentales de esta
música. Por otra parte,
la actitud de Mingus con
respecto a la tradición
es ejemplar,
especialmente en los
tiempos que corren, ya
que supo unir el
profundo respeto con la
visión crítica,
manteniendo por encima
de todo su propio
carácter, por
asimilación, no mera
emulación.
Así pues, Mingus echó
abajo varias puertas: la
del contrabajo como
instrumento ágil, la de
su papel en el seno de
un grupo, la de la
exploración de nuevas
formas de aunar
composición e
improvisación, la de la
figura del
bajista-líder… umbrales
que luego cruzarían
desde Scott LaFaro,
libertador total del
instrumento, a Ron
Carter, bailarín más que
"caminante", pasando por
Charlie Haden, pionero
del instrumento en el
free y líder de
formaciones de diverso
tamaño… en resumen,
prácticamente todos los
bajistas que han
abrazado el instrumento
en los últimos cincuenta
años.
Valga como muestra el
suculento programa que
aquí se nos presenta:
por distantes que estén
del universo mingusiano
–y aun entre sí– no es
descabellado preguntarse
si, de no haber existido
Mingus, habría
bajistas-líderes como
Dave Holland, Barry Guy,
Henri Texier o Baldo
Martínez, o si la
personal visión de la
tradición musical
afroamericana de Henry
Threadgill o William
Parker sería la misma.
El legado de Mingus
perdura porque la suya
fue una revolución desde
abajo. Desde el
contrabajo.
Fernando Ortiz de
Urbina
Cuadernos de Jazz –
Tomajazz – Jazz Review
“El jazz es moderno, en
definitiva, porque ha
nacido del choque
frontal de dos culturas:
la europea y la africana
y no ha renegado ni de
la una ni de la otra; es
más, incluso los pueblos
se asocian y buscan su
síntesis..."
Lucien Malson. “Le Jazz
et l´Occident”. Les
Cahiers du jazz, nº 10,
1964
En las fechas de esta
27ª Edición del festival
del CMU San Juan
Evangelista viviremos el
jazz de hoy. “Una mirada
al jazz
contemporáneo...”, acoge
al contrabajo como
instrumento de
referencia y a Charles
Mingus como uno de sus
máximos impulsores.
Además del ya citado
contrabajista, los
artistas aquí
presentados son confesos
herederos de la música
de Albert Ayler, John
Coltrane, el blues, el
free jazz, Peter Kowald,
Sam Rivers, Duke
Ellington, Cecil Taylor,
la AACM, Ornette
Coleman,...
Con todo, ya en nuestro
siglo XXI, la asociación
y síntesis de los
pueblos -destacada en la
cita de Malson-, quedan
entre los músicos libres
asumida y plenamente
normalizada, en buena
medida, por criterios de
igualdad y tolerancia
cultural. Colectivo de
innovadores
contemporáneos que
participan de un arte
abierto, propiciando el
que las creaciones sean
llevadas a cabo in situ,
a través de
improvisaciones: los
vivos diálogos
universales para la
música.
La notación no es
esencial. Estos músicos
acuden para tocar juntos
desde cualquier extremo
del mundo, con
experiencias propias muy
diversas y de varias
generaciones; las
orquestas abogan por una
propia universalización
del lenguaje jazzístico,
revestida de la
personalidad de cada uno
de sus componentes y
conducida con espíritu
colectivo por su
director. En este
sentido, la programación
del festival ofrece
destacados
participantes: de los
primeros, el cuarteto
norteamericano-sueco-noruego
formado por Adam Lane,
Ken Vandermark, Magnus
Broo y Paal Nilssen-Love,
en “La Noche Clean Feed”,
sello portugués donde
publicaron Four Corners
(Cuatro Esquinas) y, en
el caso de la formación
mayor, también “sonido y
color” son factores
importantes de identidad
en la Barry Guy New
Orchestra, ensamble
dirigido por el
contrabajista,
compositor e
improvisador Barry Guy.
Del continente americano
llegan figuras que
respetan sus corrientes
socio-musicales y
mantienen los valores y
el espíritu de sus
destacados anteriores
maestros; en
consecuencia, su legado
artístico es guía
permanente: claves de
filosofía y de trabajo.
Muy buenos ejemplos de
ello serán las
actuaciones del
legendario Henry
Threadgill y su nuevo
grupo Ozooid; el
veterano acústico String
Trio of New York
(violín, contrabajo y
guitarra), y sobretodo
el tributo a la música
afro-americana del
proyecto “The Inside
Songs of Curtis Mayfield”,
del contrabajista
William Parker.
La edición del festival
reserva también fechas
para los grupos de dos
grandes contrabajistas
europeos de la misma
generación, que
fundamentalmente han
tocado en acústico a lo
largo de cuatro décadas:
Dave Holland Quintet y
Henry Texier Strada
Sextet ofrecen sonidos
transatlánticos y
europeos en sus
composiciones de gran
altura. Una buena
ocasión de ver y
escuchar el mejor jazz
contemporáneo con
elegancia y técnica
instrumentales.
Sumrra, desde Galicia y
Valladolid; y Alborán
Trio, desde Italia, son
las formaciones de los
músicos más jóvenes de
esta edición. No hay que
perder la oportunidad de
conocer en Madrid a
ambos tríos con
excelentes álbumes cada
uno, ya publicados.
Cierra el festival una
producción propia:
“CHARLES MINGUS VIVE”,
con tres de los mejores
contrabajistas de
nuestro país tocando
juntos en el escenario:
Miguel Ángel Chastang /
Mario Rossy / Baldo
Martínez con Iñaki
Salvador, Guillermo
McGill, Victor de Diego,
Mikel Andueza, y Antonio
Giménez, una combinación
inédita que transmitirán
composiciones y
recreaciones de uno de
los genios con peor
genio más conocido de la
historia del jazz.
Acerca de Charles Mingus
(1922-1979), visionario
creador controvertido y
comprometido, diremos
que, con carácter
innovador, liberó el
contrabajo de un papel
aburrido y secundario
(“En realidad yo no
disfruto la música si
tengo que tocar `boom´,
`boom´, `boom´, `boom´.
`boom´ toda la noche”).
En su discografía
descubrimos que, además
de cultivar una amplia
variedad de estilos
-desde la música
tradicional negra en las
iglesias, las big bands
de New Orleans, el be-bop,
la orquestación, la
música clásica, a la
vanguardia y la música
free...-, también se
ocupó de que su música
apareciera tan íntima
como vital: “...puede
hacer reír o llorar a la
gente, ¡incluso yo diría
que puede llegar a
matarla!, habla del bien
y del mal, de la vida y
de la muerte, es real y
por tanto también a
veces colérica”.
Papel protagonista para
el contrabajo en
recuerdo a Mingus,
actualidad, y diversidad
no exenta de máximo
riesgo son más que
sobrados argumentos de
calidad para garantizar
un excelente festival de
jazz contemporáneo.
¡¡Disfrutémoslo!!
Chema Chacón
Oro Molido
Un
año más el festival del
San Juan Evangelista va
a ejercer como
escaparate del jazz
contemporáneo. En ese
muestrario, por fortuna
y como de costumbre, a
las propuestas no se les
mirará el pasaporte, ni
se les exigirá
certificado alguno de
autenticidad. En esta
edición que es la número
27 (tres al cubo,
precioso número),
quienes por allí nos
acerquemos (a veces
desde cientos de
kilómetros), vamos a
encontrarnos con un buen
puñado de propuestas de
“aquí” (habrá quien las
llame europeas) y de
“allá” (habrá quien las
llame norteamericanas).
El hilo conductor de
estos conciertos será el
contrabajo, que servirá
al festival para
homenajear a Charles
Mingus, ese músico de
jazz por excelencia que
fue capaz de trabajar a
lo largo de toda su
carrera en la vanguardia
(¿o sería más correcto
hablar de vanguardias?).
Rindiendo un sentido
tributo a esa figura el
“Johnny” va a lanzar
algo que infrecuente por
aquí, es habitual por
otros pagos: una
producción propia que
contará exclusivamente
con la participación de
músicos españoles.
Encabezarán el proyecto
“Charles Mingus Vive”
tres de los mejores
contrabajistas
españoles: Baldo
Martínez, Mario Rossy y
Miguel Ángel Chastang.
Pero quizás esto debiera
haberse dejado para el
final, puesto que será
el concierto que
clausurará este
encuentro de viejos
conocidos. Antes habrá
pasado por ese escenario
mágico del CMU San Juan
Evangelista una nómina
de músicos sencillamente
impresionante, que en
España casi sólo es
posible imaginar
actuando sobre las
tablas del San Juan.
Quien romperá el fuego
será William Parker,
contrabajista
imprescindible de la
vanguardia neoyorkina,
con su proyecto homenaje
al cantante soul Curtis
Mayfield, en el que
retoma ese leitmotiv en
el jazz que es
incorporar en su
repertorio músicas
populares. Henry
Threadgill con su
proyecto Zooid será el
siguiente. Si hay que
hablar de jazz
contemporáneo y de
vanguardia en los
Estados Unidos en las
últimas décadas hay que
señalar obligatoriamente
a la asociación AACM de
Chicago (la de la Great
Black Music), a la que
Threadgill pertenece
desde sus comienzos. Por
este músico pasan los
años, pero no se le
escapa ni un ápice de su
gran capacidad para
permanecer
obstinadamente en la
brecha con propuestas
innovadoras.
El siguiente será David
Holland, que es un caso
peculiar de músico
transcontinental:
británico de nacimiento,
militante de la
vanguardia, no supo
decir no a la llamada
del gran Miles,
convirtiéndose
posteriormente en
norteamericano de
adopción. Nos visitará
con su quinteto: una
máquina de precisión
casi perfecta. También
británico es Barry Guy.
Su New Orchestra (una
versión reducida de la
London Jazz Composers
Orchestra, que por
cierto no tiene nada que
ver con la Lincoln
Center Jazz Orchestra de
Wynton Marsalis, aunque
coincidan sus acrónimos)
es un all-star de la
libre improvisación
europea, capaz de sonar
como un instrumento
único, preciso y
complejo, a imagen de
las composiciones de su
líder e impulsor. Éste
experto en la música del
Barroco trabajará en
esta ocasión en las
difusas fronteras del
jazz, de la libre
improvisación y de la
música contemporánea.
String Trio of New York
es una formación
veterana (son ya 30
años), con una formación
atípica de violín,
guitarra y contrabajo,
que muestra nuevos
caminos y sonoridades a
explorar en el jazz
actual. El siguiente
encuentro presentará la
novedad de un programa
doble que contará con
los italianos Alboran
Trio (Italia, otra
fuente de propuestas
rabiosamente actuales),
y los gallegos Sumrrá.
Dos grupos relativamente
nuevos con bastantes
cosas que contar. Henri
Texier es otro de los
pilares del jazz
contemporáneo de
Francia, y por extensión
de Europa. Con su Strada
Sextet es capaz de aunar
de un modo fantástico y
aparentemente sencillo
un swing demoledor con
unas melodías de
estructura compleja que
tienen una clara
ascendencia europea.
Antes del concierto
final será la
oportunidad para asistir
a la noche Clean Feed.
Para quienes no conozcan
a este sello portugués
hay que indicarles que
ya son más de 100 las
referencias que componen
un catálogo más que
jugoso, en el que por
encima de otras
etiquetas Pedro Costa y
compañía trabajan con
propuestas de jazz
actual de los Estados
Unidos, de Europa y
también de Portugal. Uno
de los grupos que ha
grabado en su catálogo
es Four Corners,
compuesto por músicos
europeos y
norteamericanos. Además
de Adam Lane, un joven
contrabajista de gran
proyección, en el grupo
participa el músico
residente en Chicago Ken
Vandermark. Si
anteriormente señalaba a
la AACM de Chicago, otra
de las caras a resaltar
de las muchas que
muestra esta ciudad es
la de ejercer como
puerta hacia los Estados
Unidos para los músicos
europeos, especialmente
para los nórdicos. Esto
provoca que la Ciudad
del Viento sirva de
crisol de influencias y
propuestas de lo más
dispar, lo que se
traduce en una escena
sumamente activa e
interesante. Este grupo
y estos músicos son un
buen ejemplo de ello.
También son una
demostración fehaciente
de que el jazz en la
actualidad no conoce
fronteras.
Lo he pensado muchas
veces y una vez más me
reafirmo en ello: si no
existieran el Johnny y
sus conciertos, ¡habría
que inventarlos! Y es
que festivales como el
de esta edición son para
disfrutarlos con gran
fruición. ¡Sean
bienvenidos a esta
muestra de jazz
contemporáneo!
José Francisco Tapiz
“Pachi”
Tomajazz
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