(XXV FESTIVAL DE JAZZ DE MADRID 2008)
27º FESTIVAL DE JAZZ SAN JUAN EVANGELISTA
Octubre / Noviembre 2008

 

LA REVOLUCIÓN DESDE ABAJO

Si hubiera que elegir un instrumento, un solo sonido del jazz que defina a esta música y la distinga de otras, habría pocos candidatos tan idóneos como el contrabajo. Su enormidad física y su dominio absoluto de las profundidades del espectro sonoro lo han convertido en la figura central y casi indispensable para entender toda la historia del jazz, desde sus orígenes hasta nuestros días.

A finales del siglo XIX el contrabajo de cuerda y el de viento –la tuba– convivían en las músicas que dieron lugar al jazz: aunque la tuba dominaba en las brass bands, el contrabajo estaba ya presente en todo tipo de orquestas. En cualquier caso no fue hasta la década de los treinta cuando el contrabajo impuso su elasticidad rítmica y ya entonces empezó a compartir con la batería las funciones motrices de las bandas de jazz: había que hacer swing como fuera, e instrumentistas como Walter Page sentaron las bases de una tradición, la del "bajo ambulante", que aún pervive sin dar muestras de agotamiento.

No obstante, el contrabajo ¬–y su primo, el bajo eléctrico– es hoy un instrumento que ha salido de las catacumbas sonoras y, aun manteniendo su papel rítmico, va más allá: como demuestra este 27º Festival del Johnny, el bajo es un animal musical diverso, versátil y elástico, con todos sus frentes –melódico, armónico, rítmico, tímbrico– abiertos. Su evolución es quizás el espejo en el que mejor se ve la propia evolución de todo el jazz. Cabe, entonces, preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí. Las respuestas pueden ser varias, pero todas tienen en común un nombre: Mingus.

Charles Mingus (1922-1979) fue un hombre singular desde su nacimiento: aunque se consideraba a sí mismo, y se le considera, afroamericano, sólo uno de sus abuelos lo era. El resto eran de origen inglés, sueco y chino, y además nació en Nogales (Arizona) en plena frontera con México. Cual personaje de Sed de Mal de Orson Welles, su carácter es legendario por lo visceral y apasionado, fuente de miles de anécdotas, capaz de la mayor violencia y la mayor ternura, algo que se refleja nítidamente en su música. Con el contrabajo destacó, desde el principio de su carrera, como un gran virtuoso. Su dominio técnico del instrumento podría haberse quedado en la mera pirotecnia, en un fin en sí mismo; no obstante, Mingus lo utilizó como herramienta para liberarlo del papel de acompañante rítmico al que había quedado confinado en la era del bop, situándolo donde le vino en gana.

Además de ser uno de los grandes bajistas del siglo pasado, desde joven Mingus se lanzó a explorar nuevas vías de expansión del jazz por medio de la composición a partir del modelo ellingtoniano. Como líder desechó la notación convencional por insuficiente y personalizó su música trabajando directamente con sus intérpretes, que debían interiorizarla. Esta unión de la composición con la faceta improvisadora del jazz por la que abogó Mingus, en la que la improvisación free y los arreglos, el caos y el orden, se entremezclan formando un continuo indivisible, constituye hoy uno de los pilares fundamentales de esta música. Por otra parte, la actitud de Mingus con respecto a la tradición es ejemplar, especialmente en los tiempos que corren, ya que supo unir el profundo respeto con la visión crítica, manteniendo por encima de todo su propio carácter, por asimilación, no mera emulación.
Así pues, Mingus echó abajo varias puertas: la del contrabajo como instrumento ágil, la de su papel en el seno de un grupo, la de la exploración de nuevas formas de aunar composición e improvisación, la de la figura del bajista-líder… umbrales que luego cruzarían desde Scott LaFaro, libertador total del instrumento, a Ron Carter, bailarín más que "caminante", pasando por Charlie Haden, pionero del instrumento en el free y líder de formaciones de diverso tamaño… en resumen, prácticamente todos los bajistas que han abrazado el instrumento en los últimos cincuenta años.

Valga como muestra el suculento programa que aquí se nos presenta: por distantes que estén del universo mingusiano –y aun entre sí– no es descabellado preguntarse si, de no haber existido Mingus, habría bajistas-líderes como Dave Holland, Barry Guy, Henri Texier o Baldo Martínez, o si la personal visión de la tradición musical afroamericana de Henry Threadgill o William Parker sería la misma.

El legado de Mingus perdura porque la suya fue una revolución desde abajo. Desde el contrabajo.


Fernando Ortiz de Urbina
Cuadernos de Jazz – Tomajazz – Jazz Review

“El jazz es moderno, en definitiva, porque ha nacido del choque frontal de dos culturas: la europea y la africana y no ha renegado ni de la una ni de la otra; es más, incluso los pueblos se asocian y buscan su síntesis..."
Lucien Malson. “Le Jazz et l´Occident”. Les Cahiers du jazz, nº 10, 1964

En las fechas de esta 27ª Edición del festival del CMU San Juan Evangelista viviremos el jazz de hoy. “Una mirada al jazz contemporáneo...”, acoge al contrabajo como instrumento de referencia y a Charles Mingus como uno de sus máximos impulsores. Además del ya citado contrabajista, los artistas aquí presentados son confesos herederos de la música de Albert Ayler, John Coltrane, el blues, el free jazz, Peter Kowald, Sam Rivers, Duke Ellington, Cecil Taylor, la AACM, Ornette Coleman,...

Con todo, ya en nuestro siglo XXI, la asociación y síntesis de los pueblos -destacada en la cita de Malson-, quedan entre los músicos libres asumida y plenamente normalizada, en buena medida, por criterios de igualdad y tolerancia cultural. Colectivo de innovadores contemporáneos que participan de un arte abierto, propiciando el que las creaciones sean llevadas a cabo in situ, a través de improvisaciones: los vivos diálogos universales para la música.

La notación no es esencial. Estos músicos acuden para tocar juntos desde cualquier extremo del mundo, con experiencias propias muy diversas y de varias generaciones; las orquestas abogan por una propia universalización del lenguaje jazzístico, revestida de la personalidad de cada uno de sus componentes y conducida con espíritu colectivo por su director. En este sentido, la programación del festival ofrece destacados participantes: de los primeros, el cuarteto norteamericano-sueco-noruego formado por Adam Lane, Ken Vandermark, Magnus Broo y Paal Nilssen-Love, en “La Noche Clean Feed”, sello portugués donde publicaron Four Corners (Cuatro Esquinas) y, en el caso de la formación mayor, también “sonido y color” son factores importantes de identidad en la Barry Guy New Orchestra, ensamble dirigido por el contrabajista, compositor e improvisador Barry Guy.
Del continente americano llegan figuras que respetan sus corrientes socio-musicales y mantienen los valores y el espíritu de sus destacados anteriores maestros; en consecuencia, su legado artístico es guía permanente: claves de filosofía y de trabajo. Muy buenos ejemplos de ello serán las actuaciones del legendario Henry Threadgill y su nuevo grupo Ozooid; el veterano acústico String Trio of New York (violín, contrabajo y guitarra), y sobretodo el tributo a la música afro-americana del proyecto “The Inside Songs of Curtis Mayfield”, del contrabajista William Parker.

La edición del festival reserva también fechas para los grupos de dos grandes contrabajistas europeos de la misma generación, que fundamentalmente han tocado en acústico a lo largo de cuatro décadas: Dave Holland Quintet y Henry Texier Strada Sextet ofrecen sonidos transatlánticos y europeos en sus composiciones de gran altura. Una buena ocasión de ver y escuchar el mejor jazz contemporáneo con elegancia y técnica instrumentales.
Sumrra, desde Galicia y Valladolid; y Alborán Trio, desde Italia, son las formaciones de los músicos más jóvenes de esta edición. No hay que perder la oportunidad de conocer en Madrid a ambos tríos con excelentes álbumes cada uno, ya publicados. Cierra el festival una producción propia: “CHARLES MINGUS VIVE”, con tres de los mejores contrabajistas de nuestro país tocando juntos en el escenario: Miguel Ángel Chastang / Mario Rossy / Baldo Martínez con Iñaki Salvador, Guillermo McGill, Victor de Diego, Mikel Andueza, y Antonio Giménez, una combinación inédita que transmitirán composiciones y recreaciones de uno de los genios con peor genio más conocido de la historia del jazz.

Acerca de Charles Mingus (1922-1979), visionario creador controvertido y comprometido, diremos que, con carácter innovador, liberó el contrabajo de un papel aburrido y secundario (“En realidad yo no disfruto la música si tengo que tocar `boom´, `boom´, `boom´, `boom´. `boom´ toda la noche”). En su discografía descubrimos que, además de cultivar una amplia variedad de estilos -desde la música tradicional negra en las iglesias, las big bands de New Orleans, el be-bop, la orquestación, la música clásica, a la vanguardia y la música free...-, también se ocupó de que su música apareciera tan íntima como vital: “...puede hacer reír o llorar a la gente, ¡incluso yo diría que puede llegar a matarla!, habla del bien y del mal, de la vida y de la muerte, es real y por tanto también a veces colérica”.

Papel protagonista para el contrabajo en recuerdo a Mingus, actualidad, y diversidad no exenta de máximo riesgo son más que sobrados argumentos de calidad para garantizar un excelente festival de jazz contemporáneo. ¡¡Disfrutémoslo!!

Chema Chacón
Oro Molido

 

Un año más el festival del San Juan Evangelista va a ejercer como escaparate del jazz contemporáneo. En ese muestrario, por fortuna y como de costumbre, a las propuestas no se les mirará el pasaporte, ni se les exigirá certificado alguno de autenticidad. En esta edición que es la número 27 (tres al cubo, precioso número), quienes por allí nos acerquemos (a veces desde cientos de kilómetros), vamos a encontrarnos con un buen puñado de propuestas de “aquí” (habrá quien las llame europeas) y de “allá” (habrá quien las llame norteamericanas). El hilo conductor de estos conciertos será el contrabajo, que servirá al festival para homenajear a Charles Mingus, ese músico de jazz por excelencia que fue capaz de trabajar a lo largo de toda su carrera en la vanguardia (¿o sería más correcto hablar de vanguardias?).

Rindiendo un sentido tributo a esa figura el “Johnny” va a lanzar algo que infrecuente por aquí, es habitual por otros pagos: una producción propia que contará exclusivamente con la participación de músicos españoles. Encabezarán el proyecto “Charles Mingus Vive” tres de los mejores contrabajistas españoles: Baldo Martínez, Mario Rossy y Miguel Ángel Chastang.

Pero quizás esto debiera haberse dejado para el final, puesto que será el concierto que clausurará este encuentro de viejos conocidos. Antes habrá pasado por ese escenario mágico del CMU San Juan Evangelista una nómina de músicos sencillamente impresionante, que en España casi sólo es posible imaginar actuando sobre las tablas del San Juan. Quien romperá el fuego será William Parker, contrabajista imprescindible de la vanguardia neoyorkina, con su proyecto homenaje al cantante soul Curtis Mayfield, en el que retoma ese leitmotiv en el jazz que es incorporar en su repertorio músicas populares. Henry Threadgill con su proyecto Zooid será el siguiente. Si hay que hablar de jazz contemporáneo y de vanguardia en los Estados Unidos en las últimas décadas hay que señalar obligatoriamente a la asociación AACM de Chicago (la de la Great Black Music), a la que Threadgill pertenece desde sus comienzos. Por este músico pasan los años, pero no se le escapa ni un ápice de su gran capacidad para permanecer obstinadamente en la brecha con propuestas innovadoras.

El siguiente será David Holland, que es un caso peculiar de músico transcontinental: británico de nacimiento, militante de la vanguardia, no supo decir no a la llamada del gran Miles, convirtiéndose posteriormente en norteamericano de adopción. Nos visitará con su quinteto: una máquina de precisión casi perfecta. También británico es Barry Guy. Su New Orchestra (una versión reducida de la London Jazz Composers Orchestra, que por cierto no tiene nada que ver con la Lincoln Center Jazz Orchestra de Wynton Marsalis, aunque coincidan sus acrónimos) es un all-star de la libre improvisación europea, capaz de sonar como un instrumento único, preciso y complejo, a imagen de las composiciones de su líder e impulsor. Éste experto en la música del Barroco trabajará en esta ocasión en las difusas fronteras del jazz, de la libre improvisación y de la música contemporánea.
String Trio of New York es una formación veterana (son ya 30 años), con una formación atípica de violín, guitarra y contrabajo, que muestra nuevos caminos y sonoridades a explorar en el jazz actual. El siguiente encuentro presentará la novedad de un programa doble que contará con los italianos Alboran Trio (Italia, otra fuente de propuestas rabiosamente actuales), y los gallegos Sumrrá. Dos grupos relativamente nuevos con bastantes cosas que contar. Henri Texier es otro de los pilares del jazz contemporáneo de Francia, y por extensión de Europa. Con su Strada Sextet es capaz de aunar de un modo fantástico y aparentemente sencillo un swing demoledor con unas melodías de estructura compleja que tienen una clara ascendencia europea.

Antes del concierto final será la oportunidad para asistir a la noche Clean Feed. Para quienes no conozcan a este sello portugués hay que indicarles que ya son más de 100 las referencias que componen un catálogo más que jugoso, en el que por encima de otras etiquetas Pedro Costa y compañía trabajan con propuestas de jazz actual de los Estados Unidos, de Europa y también de Portugal. Uno de los grupos que ha grabado en su catálogo es Four Corners, compuesto por músicos europeos y norteamericanos. Además de Adam Lane, un joven contrabajista de gran proyección, en el grupo participa el músico residente en Chicago Ken Vandermark. Si anteriormente señalaba a la AACM de Chicago, otra de las caras a resaltar de las muchas que muestra esta ciudad es la de ejercer como puerta hacia los Estados Unidos para los músicos europeos, especialmente para los nórdicos. Esto provoca que la Ciudad del Viento sirva de crisol de influencias y propuestas de lo más dispar, lo que se traduce en una escena sumamente activa e interesante. Este grupo y estos músicos son un buen ejemplo de ello. También son una demostración fehaciente de que el jazz en la actualidad no conoce fronteras.

Lo he pensado muchas veces y una vez más me reafirmo en ello: si no existieran el Johnny y sus conciertos, ¡habría que inventarlos! Y es que festivales como el de esta edición son para disfrutarlos con gran fruición. ¡Sean bienvenidos a esta muestra de jazz contemporáneo!



José Francisco Tapiz “Pachi”
Tomajazz

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