CRÍTICA ·· Xabier Rekalde – El Independiente
“¿Dónde estaba Semprún?"

Concierto de Tete Montoliu. San Juan Evangelista. 20 Aniversario del Club de música y jazz.

1ª parte: reparto de golosinas y autoflagelación con invitados.
2ª parte: Tete (piano). Aforo desbordado de personalidades.

La celebración de anteanoche no era ninguna fruslería, aunque el ministro Semprún no lo supiera. Era la conmemoración de veinte años de cultura a contracorriente, y al mismo tiempo recordatorio de una especia de “mayo francés” local y mismamente estudiantil que el pelícano y avisado señor Semprúm, jefe de la cultura estatal pareció ignorar, acaso porque en los años de gestación de este particular tabernáculo andaba ejerciendo de lujoso escritor contestón gabacho con apellido raro, y hablando tanto de verdades tan elevadas que la nadería del revoltijo universitario madrileño se le escapaba hasta el alter ego “Federico Sánchez” de difuso recuerdo. Y puede que por eso haya excusado con un formal telegrama su irremediable asistencia al evento en la misma tosca lonja enladrillada donde se escuchaban con veneración sus textos exiliados de “Z” o “La Confesión”. A mí se me ocurren muchas menos razones para su ausencia que para la mía propia, porque si en algún lugar se calentó el germen pequeñoburgués de democracia propiciado por los socialistas a principios de la década fue en el San Juan.

Placas de honor

En el acto se presentó una revista que informaba de todo lo acontecido y comentado en estos veinte años y se entregaron unas placas asociando “de honor” a gentes que en otros lugares son menos reconocidos, como Luis Pastor, Enrique Morente o Juan Claudio Cifuentes… pero también a personajes de la Administración y la empresa privada, como en cualquier sarao al uso. El ritual, una vez más, reproducía el vergonzante modelo jolibudense del “recibe la placa… entrega la placa”, y es una pena que el San Juan no se haya arriesgado en una fórmula más acorde con su dignidad, aunque, después de todo, estamos en tiempos en que todo madura… mal.

Tras un refrigerio acompañado de mucho güisqui y caso nada de cerveza, el pianista catalán Tete Montoliu salió al entarimado. Tete toca de oído como Errol Gardner y casi con tanta delicadeza e intención. A mí me gusta Tete cuando él quiere gustarme… cuando se empeña.

Esta noche no se empeñó. Fue bonito. Nada más.
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XAVIER REKALDE El Independiente · Cultura · 24/10/1989

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