Pablo Sanz
ABDULLAH IBRAHIM “Sublimación de la Belleza”

Formación: Abdullah Ibrahim (piano), Beldon Bullock (contrabajo) y George Gray (batería)/ Escenario: C.M. San Juan Evangelista/ Fecha: 16 de marzo. ****

La música es un mar de emociones que fondea en el aire, un océano de sentimientos neutros que buscan tierra firme para ser. El piano de Abdullah Ibrahim ha trascendido las fronteras de su larga memoria jazzística, y se ha abandonado a estas cadencias universales del viento, donde la música verdadera no tiene nombre. Hoy su inspiración es una sublimación de la belleza.

Al igual que hizo su compañero de armas Marcus Roberts en la sesión inaugural del ciclo Jazz es primavera, Abdullah Ibrahim atacó sin descanso una sinfonía de títulos hermosos que duró cerca de dos horas y media. Y aun así, el concierto nos supo a poco, porque su fantasía pianística nos descubrió la intemporalidad de una de las músicas más hermosas que jamás hayamos escuchado.

El pianista sudafricano desarrolló juegos melódicos cíclicos de gran tensión poética, en los que desplegó un fraseo cadencioso e intimista. Las notas rozaban el silencio, lo abrazaban, y nos regalaban universos musicales tan exclusivos como arrebatadores. En su teclado todo es verdad, porque todo es evocación sonora del sentimiento.

El concierto entero estuvo marcado por una belleza solemne y mística, tan sólo inquietada por las improvisaciones ardientes de Abdullah Ibrahim. Estuvo intratable con las dos manos, inventando nuevos conceptos rítmicos y armónicos, y leyendo la música con las tripas y el corazón. En su discurso, por supuesto, también hay reverberos jazzísticos de su admirado Ellington, ecos pianísticos de Bill Evans, y no pocos testimonios sonoros extraídos de la tradición africana. Pero en el fraseo final siempre queda el pespunte personal de un introspectivo pianismo hambriento de sensaciones nuevas.

El respaldo rítmico del contrabajista Beldon Bullock y el baterista George Gray fue otra de las grandes aportaciones de la noche. Ambos se mostraron displicentes y generosos con el patrón, y cuando les tocó respirar en solitario también mostraron momentos de gran altura musical, en especial Gray, que estuvo muy acertado con los parches y finísimo con los platos.

La música de Abdullah Ibrahim, nacido con el nombre equivocado de Dollar Brand, no es compendio de estilos, sino aliento vital asomado al precipicio de la creación. A pesar de ser una de las grandes voces pianísticas del jazz moderno, la mejor de África, él no renuncia a la búsqueda interior, porque sabe que el aburguesamiento significa la muerte.

PABLO SANZ – EL MUNDO – Cultura 20/03/2000
 

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